| Por: Eduardo Prado | 

En Perú la defensa de las poblaciones en aislamiento voluntario, también conocidos como los no contactados, se ha fortalecido durante la última década. Luego de que Alan García escribiera un artículo en el 2007, durante su mandato presidencial, en donde afirmaba con severidad que los no contactados eran un invento de los ambientalistas; la avasallante realidad del daño que estas poblaciones estaban sufriendo por culpa de las petroleras, madereras y narcotraficantes se hizo más evidente que nunca.

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Nuestro país alberga cerca de 15 poblaciones en aislamiento voluntario. Estas ocupan diferentes reservas territoriales designadas por el Ministerio de Cultura. Los Mashco Piro, una de estas poblaciones, se moviliza a través de tres reservas: Madre de Dios, Mashco Piro y Murunahua. Su constante movimiento de un territorio a otro ha impedido la elaboración de un censo acertado sobre la cantidad de personas que conforman su grupo. Dentro de la poca información que se dispone de ellos, se sabe que son nómadas y que los terribles abusos cometidos en su contra, durante el boom del caucho, los llevaron a desconectarse por completo del resto de la civilización.

La ley 28736, que vela por la protección de pueblos indígenas u originarios en situación de aislamiento y en situación de contacto inicial, establece ciertos mecanismos y parámetros para identificar a estas poblaciones y, además, señala cómo actuar en casos de contacto inicial. La ley sostiene que se debe informar cuando un pueblo en aislamiento voluntario tiene la intención de formar una comunidad estable y reconocida; sin embargo, su interpretación cae en la incertidumbre cuando, por ejemplo, estos pueblos solo buscan una relación de trueque con las poblaciones aledañas. En ambos casos, a las comunidades nativas solo les queda rechazar cualquier contacto con las poblaciones en aislamiento voluntario ya que, según la ley, no pueden acercarse. Ni siquiera cuando ellos son los que dan el primer paso.

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En 1950 el instituto lingüístico de verano entabló contacto
con dos mujeres mashcopiro de diamante y shipetiari. foto: fenamad. 

La comunidad nativa de Shipetiari se ubica en el departamento de Madre de Dios, donde ocupa un espacio de 26,807 hectáreas, y está conformada por un aproximado de 24 familias, cuya lengua natal es el Matsiguenka. El camino más rápido para llegar a Shipetiari empieza en Cusco, a través de un viaje de siete horas hasta Pilcopata, luego continúa un trayecto de tres horas hacia la comunidad nativa de Shintuya y, desde allí, se sigue en bote por dos horas hasta las playas de Shipetiari. Finalmente, se realiza un pequeño recorrido en camioneta, o una caminata de 30 minutos, hasta el albergue de la comunidad.   

En Shipetiari no hay teléfonos. Si alguien de la comunidad quiere comunicarse con el exterior, tiene que hacer un viaje de 40 minutos hasta llegar a una cabina de internet. Desde allí se informan, chatean, escriben correos y hacen llegar sus reclamos: “El viceministerio de interculturalidad solo dice que tenemos que huir y no molestarlos, que ellos no tienen presupuesto para contratar más personal de protección y que tenemos que estar alerta”, afirmó en junio Henry Rosas, jefe de la comunidad Shipetiari. Un mes atrás, el caos explotó en su comunidad luego de que Leo Pérez Peña, un comunero de 20 años, fuera asesinado de un flechazo en el pecho por los Mashco Piro. “El motivo que les obliga a salir a estos hermanos es porque ellos quieren ropa, machetes, ollas, cuchillos, yuca, plátano y vivir como nosotros”, señaló Rosas. Hasta hace poco los Mashco recibían estas cosas de las comunidades nativas de Diamante, Shintuya y Shipetiari. Pero desde que se les prohibió cualquier contacto con los Mashco, la situación se ha tornado muy tensa.

Ya en el 2011, en la comunidad nativa de Diamante, un poblador llamado Nicolás Flores, conocido como “Shaco”, mantenía una relación cercana con los Mashco Piro. No solo porque hablaba su mismo idioma –la lengua de Diamante es el yine- sino porque además intercambiaba con ellos una serie de cosas, como machetes y ollas, y les daba alimentos. “El Estado y la FENAMAD (Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes) le prohibieron al hermano Shaco que les siga dando más cosas, aunque la relación que él tenía con los Mashco Piro no era reciente”, dice Rosas. “Ellos le dijeron en su idioma que si no les daba más cosas lo iban a matar, y así lo hicieron”...


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